cubiertos con el polvo del olvido,
los proyectos que por mano del destino
hoy se encuentran
en la mitad del camino.
Aquí están,
cayéndose por grietas de sufrimiento,
esperando que tal vez en corto tiempo
los reconstruya
tu arrepentimiento.
Y no es que haya faltado material,
y no es que haya faltado voluntad,
sino la mano de obra
de tu amor.
Así estoy yo,
un arquitecto solo y sin ocupación
viendo borrarse, cada vez más,
los proyectos que soñé
para los dos.
y no es que haya faltado voluntad,
sino la mano de obra
de tu amor.
(Arquitecto, Carlos Gómez, 16 años, 1978)
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